Los tobas, habitantes originarios, llamaron a esta región «Satalik - Lateday», «Espejo de aguas claras». Hoy allí se ubica el Parque Nacional Pilcomayo,
una reserva natural de enorme belleza que poco a poco se va
transformando en atractivo turístico dentro de esta pequeña provincia
norteña. La zona es accesible desde Clorinda y Laguna Blanca, ciudades
donde se obtiene hospedaje y servicios de excursión y guías.
La reserva natural se ubica sobre unas 47 mil hectáreas, en cercanías de la localidad de Laguna Blanca, a 180 kilómetros de la ciudad de Formosa,
a poca distancia del cauce del río Pilcomayo, limitando con los esteros
de Poí, Buena Vista y Guazú. Si bien la temperatura media anual es de
23°C, durante el verano las máximas pueden alcanzar los 40°C, mientras
que los inviernos no están exentos de días con temperaturas bajo cero,
incluso con heladas.
El parque es muy rico en especies difíciles de encontrar en otras
partes del mundo, tales como el yaguareté, el aguará guazú, el osos
hormiguero, el pecarí, el yacaré, el oso melero y diferentes clases de
monos. Quien visite este ecosistema se internará en el llamado ambiente
del Chaco oriental o húmedo, compuesto además de distintos climas y
suelos.
Entre los representantes vegetales que allí se encuentran aparecen el
quebracho blanco y el colorado y los lapachos. Algarrobos, guayabíes y
palos borrachos.
Repleta de esteros y lagunas, la zona del parque está sometida a
inundaciones periódicas, pero también se suceden las sequías. Los
diferentes niveles determinan la distribución del agua, y la mayor parte
de la superficie del parque está ocupada por pastizales y palmares de
caranday, con esteros en los bajos e isletas de monte en los puntos más
altos.
La laguna Blanca es el mayor espejo de agua del parque con 800
hectáreas. Proliferan allí los yacarés overo y negro, especies en
peligro de extinción, así como la boa curiyú y culebras acuáticas.
Fuente: Ambito
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