Jujuy: Purmamarca, lugares encantados

La puerta de entrada a la Quebrada de Humahuaca seduce con el Cerro de los Siete Colores, las ferias artesanales y su centenaria iglesia.

Curtidas por el sol y el esfuerzo, las manos de las tejedoras en telar de Purmamarca se dedican a emular la belleza del Cerro de los Siete Colores. Es un deleite espiar la técnica que aplican para recrear ese impactante estallido cromático, que engalana la entrada a la Quebrada de Humahuaca como un pórtico reservado para los dioses.

Los amarillos, naranjas, azules y rojizos de las piezas rústicas en lana parecen retazos desprendidos de esa corona de piedra, para exhibirse en los puestos entrelazados en la plaza. Los largos silencios que sobrevuelan este centenario pueblo de Jujuy crean la atmósfera ideal para que fluya la inspiración de las artesanas.

Se conversa poco y las voces se perciben ahogadas en timidez por las estrechas calles del centro. Sólo llegan gritos desde las caravanas de turistas que trepan el cerro Morado, decididos a llevarse en las retinas las imágenes de todos los pliegues del Siete Colores.

La vistosa decoración que la naturaleza le asignó a Purmamarca no puede ser concebida desprovista del cielo sin la más mínima arruga, la multitud de cardones inmóviles sobre la ladera y la ruta enredada con el río Grande, que trepa y trepa hasta hacerse un ovillo en la Cuesta de Lipán. Abajo, desde la perspectiva del Paseo de los Colorados -un camino de 3 km que envuelve al venerado cerro-, afloran tonos blancos, grises y violáceos. Las franjas minerales no dejan de ondular sobre la montaña y recién una hora después, de regreso en el poblado, la vista conseguirá relajarse.

Las paredes blancas de la iglesia Santa Rosa de Lima -construida en 1648- ofrecen un respiro. En torno a este templo techado con madera de cardón y barro descansó Manuel Belgrano con su tropa. Se valió de la sombra de un generoso algarrobo, que se mantiene en pie, protegido por un cerco. Desde allí, indefectiblemente, debió fijar la mirada en ese cerro seductor, del que -afirman sus admiradores- brotan coplas.

Fundada en 1594, a 2.200 metros sobre el nivel del mar.
La iglesia Santa Rosa data de 1648.

Fuente: Clarín Turismo
http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2010/03/28/v-02168633.htm

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