La posta. Alcanzar el puesto rural de Santa Cruz de la Sierra demanda tres horas de camino. Pero el tiempo no se siente, porque el paisaje ondulante asciende con suavidad y arrulla al viajero. Este es el punto base para alcanzar la Quebrada de los Cóndores. José de la Vega es un hombre cansino y cordial, y anfitrión de la centenaria casa donde vivieron sus antepasados. Hoy, su morada, está abierta a las visitas.
Un comedor rústico es el escenario para degustar las delicias de la cocina riojana que se sirven, como cazuela de gallina, cabrito la horno de barro, locro, empanadas, puchero de cabra y frutas silvestres cosechadas “in situ” por el mismo visitante.
Hacia la Quebrada
Desde el puesto rural sale una cabalgata hacia una bella saliente
montañosa cercana al hogar de los dueños del lugar: los majestuosos
cóndores que planean orondos el firmamento riojano. La excursión
comienza con una caminata hasta el sitio donde aguardan los caballos,
para emprender la cabalgata que dura casi una hora y media, tiempo
necesario para atravesar los 4 kilómetros hasta el mirador natural. El
recorrido, lento y de precaución, sortea pequeños arroyos y vertientes
que brotan entre las inmensas rocas, hasta llegar al desfiladero que
conduce al ’Mirador de los Cóndores’. Esta platea natural es un
gigantesco peñasco que sobresale del acantilado unos 3 ó 4 metros, a más
de 1800 msnm.Luego de transitar una angosta huella que serpentea la montaña, alcanzar la cima de esta saliente que domina el paisaje, es el gran secreto. Desde ahí se divisan hileras de montañas cubiertas de verde, varios riachuelos que marcan un trazo profundo entre las quebradas y el camino hasta la posta. La abrumadora presencia del acantilado, escogido por estos reyes del aire para establecer su morada, causa una dosis de impresión. Tal vez por ello, desarrollaron la capacidad de vivir en estas recónditas montañas, cuyos recovecos y relieves son óptimos para proteger los nidos.
La aparición de ellos en escena no se hace esperar. Más de cuarenta cóndores planean sigilosos ante la presencia de extraños, lo cual no impide que regalen un vuelo sincronizado durante dos horas.
El atardecer marca el regreso, con el sol que se oculta y un descenso liviano que sella un encuentro hipnótico con los reyes del cielo: los cóndores de la Quebrada.
Otros atractivos de la zona
Vestigios y pinturas rupestres: Este paseo insume seis
horas y está dividido en etapas. La primera es una caminata de una hora
que bordea el lecho del río Santa Cruz, a cuyos lados brotan multitud
de pequeñas flores silvestres, como una alfombra de terciopelo de tonos
naranja, verde y blanco. Conejos, zorros, liebres y aves son otras de
las sorpresas que renuevan el asombro del visitante. Se llega así hasta
la sombra de un bosquecillo de frondosos molles (árbol típico de la
zona) que invita a un refrigerio. Luego de este descanso en un
microclima especial, se continúa a caballo hasta llegar al lugar donde
nuestros antepasados aborígenes dejaron su huella indeleble en la roca.Pesca de truchas: La pesca de truchas es otro de los atractivos que ofrece Santa Cruz de la Sierra, donde el agua transparente devela a las truchas y pareciera que podrían alcanzarse con la mano. Esta excursión se combina con una cabalgata hasta el Parque de Piedra: un curioso laberinto de pasadizos y senderos de rocas dispersas con forma extraña. La ruta continúa hasta llegar a un pequeño río, donde se inicia la pesca.
Fuente: La Capital Turismo
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