En el extremo noroeste de Santa Cruz, el pueblo de Los Antiguos es el punto de partida para avanzar por el Camino del Monte Zeballos, un fragmento de la Ruta 41, una de las más espectaculares de toda la Patagonia.
Es el camino más alto de la provincia, partiendo a los 200 metros sobre
el nivel del mar –con los caracoleos del río Jeinimani al fondo de un
valle– hasta llegar a los 1500 en el punto más alto. Al comienzo se
atraviesa la pura estepa con su escasa vegetación, y cincuenta
kilómetros más adelante aparece un bosque de 900 hectáreas con muchos
ñires y algunas lengas. El lugar es ideal para hacer un picnic agreste
junto a un manantial en medio del bosque.
La ruta asciende de a poco y la vegetación se hace más profusa por la
mayor humedad. Pero al llegar a El Portezuelo –el punto más alto, a 1500
metros– la vegetación desaparece otra vez por la falta de oxígeno. Así
como al principio se atravesaba un desierto de estepa, ahora predomina
un desierto de alta montaña. Y es también el lugar más asombroso del
trayecto, donde están unas extrañísimas formaciones naturales llamadas
diques basálticos, que son como dos murallas paralelas que suben hasta
la cima de la montaña. A simple vista resulta difícil creer que su
origen no sea humano. Están fragmentadas por la erosión y se asemejan a
aquella otra famosa muralla, la china. Por eso inducen a detener el auto
y subir a pie por las áridas laderas, para dilucidar cómo surgió esa
muralla en un lugar tan insólito. A los 15 minutos de caminata ya se
divisan sus ladrillos negros de basalto, que parecen encajados con la
exactitud de una pared edificada por el hombre.
Hace 65 millones de años, cuando surgía la cordillera y la Patagonia
era un infierno de volcanes en erupción, se formaron estos “diques
basálticos”. Su emplazamiento actual es el de una grieta que ya no
existe, por la cual brotaba lava a borbotones. En cierto momento la lava
dejó de salir y la que se endureció sobre las dos paredes de la grieta
se resquebrajó tomando la forma de una pared de ladrillos. En los miles
de años siguientes la erosión fue horadando las laderas para dejar al
descubierto aquellas dos resistentes paredes de basalto.
A partir de El Portezuelo comienza el descenso a la cuenca vecina, y a
la vera del camino aparecen lagunas color turquesa habitadas por patos y
cisnes de cuello negro. Gran parte del Camino del Monte Zeballos
atraviesa lo que fue el interior del cráter de un volcán gigante, del
que desapareció toda una mitad. Uno de los imponentes picos de ese
cráter es el Monte Zeballos, cuyos 2748 metros se divisan desde gran
parte del camino.
Fuente: Página 12 Turismo
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