Saltos del Moconá, solo para aventureros

El verano es la estación ideal para llegar a la menos conocida de las bellezas de Misiones. Su ubicación sobre el río Uruguay a 80 kilómetros del pueblo más cercano y a la misma distancia del primer camino asfaltado hacen que sea un lugar sólo para los aventureros de espíritu.

Los saltos del Moconá, una impresionante caída de agua de 2500 metros de extensión y hasta 30 metros de altura ubicada transversalmente sobre el río Uruguay, están en medio de un parque provincial intangible que le otorga la característica única de estar en medio de la selva y no tener ningún tipo de infraestructura.

Recién hace un par de años se instaló en el límite mismo del parque, a unos cinco kilómetros de este increíble lugar, un emprendimiento privado propiedad de la firma Harriet, que ofrece todo tipo de servicios turísticos y la Provincia, por medio de la dirección de Vialidad y la Secretaría de Turismo, mejoraron el viejo camino de obrajes por el cual se llegaba y lo convirtieron en una ruta de tierra apta para todo tipo de vehículos.

Hoy ya no hace falta pagar costosos viajes en camionetas 4x4 para experimentar la emocionante aventura de conocer lo más profundo de la selva misionera y descubrir esta belleza, aunque el servicio está disponible en la localidad más cercana, El Soberbio, con un costo mínimo de 150 pesos por vehículo.

También por río, con un costo mínimo de 240 pesos. En ambos casos son experiencias inigualables que merecen ser vividas. Una vez, que se llegó al Moconá se puede visitar el puesto de los guardaparques o el puesto de la Gendarmería Nacional. El primer lugar tiene un amplio patio y es donde se puede acampar. Además es el lugar de paso obligado para ver los saltos desde la parte alta. Desde el destacamento Yabotí de GN salen las lanchas.

Estos sacrificados custodios de la selva misionera siempre demuestran mucha cordialidad asistiendo con lo poco que tienen a quienes lo necesitan y guiando a los turistas para aprovechar todo lo bello que hay.

Se puede recorrer el monte, por unos senderos de interpretación realizados por los guardaparques o llegar hasta la gruta, un lugar donde un fino hilo de agua brota desde la piedra y se desploma sobre una pared basáltica ahuecada por los caprichos de la naturaleza.

En uno de los senderos se encuentra un claro ejemplo de los prodigios de la naturaleza, un imponente cañafístola de 12 metros de diámetro que está a escasos 200 metros de camino por el monte.
La natura, el silencio y la tranquilidad complementan este paradisíaco lugar.

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