Muy francés. Como en el país galo, los restaurantes del Paseo del Pilar invitan a turistas y comensales a disftutar al aire libre. Enfrente, la Facultad de Derecho y más allá, el río.
Antigua zona de quintas, fue un suburbio solitario y húmedo donde reinaban los ombúes y las ondulaciones hacia el Río de la Plata. Los monjes recoletos descalzos fueron los primeros en habitar “la chacra” que, finalmente llegó a sus manos por una donación, luego de haber pasado por varias manos. Así, la Iglesia del Pilar, el ícono del barrio, nació en 1732 y sigue siendo el centro de la vida social de los vecinos. Desde entonces, el templo corona la Plaza Francia, antes de la barranca que cae hacia la Avenida del Libertador. Una vez al mes, una visita guiada gratuita permite conocer el templo y el museo adyacente. La próxima se realizará el 16 de mayo a las 15. Los claustros se visitan a diario y sólo necesitan reserva grupos mayores de diez personas.
El complejo que conforman el Centro Cultural Recoleta y el Paseo del Pilar fue al mismo tiempo monasterio y hospital, hasta que en 1858 se transformó en el asilo para mendigos Hogar Gobernador Viamonte. Los sábados desde las 11 se realizan visitas guiadas gratuitas con la opción de profundizar en la Historia y Arquitectura del Centro Cultural, el Arte Contemporáneo y el Paseo de las Esculturas. Para extranjeros, son aranceladas y con reserva, en español, francés, inglés e italiano.
Como parte principal del recorrido histórico, el primer camposanto de la ciudad, fundado el 17 de noviembre de 1822, nació bajo la administración de los recoletos como Cementerio del Norte. Casi dos siglos después, en las cuatro hectáreas que ocupa, se encuentran más de 6 mil sepulcros y, entre ellos, 70 bóvedas son Monumento Histórico Nacional. Es que entre sus muros descansan los restos de Eva Perón, José Hernández, Victoria Ocampo, su hermana Silvina y el marido de ésta, Adolfo Bioy Casares, el Nobel Luis Federico Leloir, Miguel Cané, Oliverio Girondo, Armando Bo y Cosme Argerich, entre muchos otros. Hay visitas guiadas gratuitas de martes a domingo, 9.30, 11, 14 y 16 en español; los martes y jueves en inglés, miércoles en italiano y viernes en portugués, siempre a las 11.
Muy francés
En 1871, la epidemia de fiebre amarilla empujó a las familias porteñas más ricas del actual Centro de Buenos Aires, entre San Telmo y sus alrededores, hacia la zona norte de la ciudad, donde construyeron y renovaron la arquitectura local con un modelo palaciego importado. El estilo francés se apropió de los edificios y las calles Alvear, Quintana y Guido (entre otras): brillaron con flamante elegancia y reclamaron el apodo de “petit París”. Hoy en día, estas calles y sus intersecciones desde Junín hasta Cerrito albergan el paseo de compras más distinguido de la Ciudad.Un ejemplo de este tipo de arquitectura es el Alvear Palace Hotel, que desde 1931 marca un camino y recuerda la arrogancia del estilo francés. Al lado del hotel, la Galería Promenade representa la sobriedad y el lujo como una posibilidad a la hora de las compras o de tomar un café. Hermès, el local de moda dirigido por Jean Paul Gautier, que nació en París como tienda de monturas para caballo y mutó en negocio de carteras y perfumes de alta gama, así como Cartier y Louis Vuitton, tienen su lugar dentro de la avenida. Esta arteria recorre el barrio desde la Plaza Francia hasta la Plaza Carlos Pellegrini, alrededor de la cual se ubican el Palacio Ortiz Basualdo, donde funciona la Embajada de Francia; la majestuosa Embajada de Brasil, ex residencia de la familia Pereda; la Nunciatura Apostólica y el Jockey Club.
Las joyas y objetos de lujo tienen un espacio preferencial en este quartier porteño. Los brasileños de Stern y la argentina Ricciardi ya venden sus anillos y relojes mientras que en el exclusivo Mont Blanc, las lapiceras trepan hasta los cuatro ceros.
Pero el corazón popular del barrio late en Plaza Francia al ritmo de los tambores afroamericanos, los malabares y los espectáculos musicales. Sobre el parque ubicado entre las calles Figueroa Alcorta, Alvear, Pueyrredón, Guido y Ortiz, todos los fines de semana hay movida. Además, el paseo donde los artesanos resisten en sus puestos bajo nieve, lluvias o truenos, propone manufacturas de calidad que van desde clásicos souvenirs para extranjeros hasta sofisticados trabajos en metales, piedras preciosas, cuero, cerámica, madera y textiles en hilo y lana. A los grupos que disfrutan del aire fresco bajo el sol, el mate calma les la sed y las comidas caseras que circulan en canastas por la multitudinaria feria les palían las horas a la intemperie.
De copas
De domingo a domingo, la calle Vicente López entre Uriburu y Azcuénaga se convierte en una torre de Babel. Adultos de todas nacionalidades circulan entre las pizzerías y bares, entre los que se encuentra una de las barras más variadas del país, y los happy hours llenan la vereda de chops y vasos de trago largo. Pero no todo queda ahí, los restaurantes del Paseo del Pilar disfrutan de la terraza con vista al parque, que mira hacia la Facultad de Derecho, y la venta de objetos de arte se conjuga con la elegancia del paseo de compras. Pero si de salir se trata, sea de noche o de día, clásicos como La Biela se destacan en la cara sur de la plaza, sobre la calle Ortiz, y son visitados por habitués del barrio y turistas del mundo entero.Culta
Recoleta es un barrio donde cruzarse con María Kodama o coincidir en un café con Marta Minujín es cosa de todos los días. Así como personajes de la cultura, también los hay de la música, la farándula y la moda. Charly García vive sobre la Av. Coronel Díaz, Andrés Calamaro tiene su estudio de grabación en Junín, Gino Bogani y Jorge Ibáñez visten a sus clientes sobre calles afrancesadas, mientras por allí camina el director de teatro Alfredo Arias. Además de la vida social que hace brillar cada esquina del barrio que fue de Adolfo Bioy Casares, Leopoldo Torre Nilsson y Jorge Luis Borges, los museos convierten Recoleta en un paseo cultural exclusivo. El Museo Nacional de Bellas Artes (Del Libertador 1473), de entrada gratuita, además de abrir su completa biblioteca, cuenta con audioguías en inglés y español, que permiten realizar un minucioso recorrido por la colección permanente, que incluye piezas de Lino Enea Spilimbergo, Raúl Soldi y Juan Carlos Castagnino, Rembrandt, Claude Monet, Auguste Renoir y Joan Miro, entre muchos otros. También de entrada libre, el Palais de Glace o Palacio Nacional de las Artes (Posadas 1725) nació como pista de patinaje para la aristocracia, y sala de exposiciones desde 1960. Decorado con frescos de Alfredo Guido, el palacio ofrece conciertos y proyecciones de cine. Por último, el Museo de Arte Decorativo (Del Libertador 1902) es un buen ejemplo del estilo de vida que cultivaron las familias del barrio a fines de siglo XIX y principios del XX. Y para los amantes de la arquitectura, la Bilbioteca Nacional (Agüero 2502), ubicada en el terreno de la antigua residencia presidencial, se levanta sobre un edificio diseñado por Clorindo Testa, Alicia Cazzanica y Francisco Bullrich.Un barrio con un presente activo y renovado, pero siempre tradicional y elegante.
Fuente: Diario Perfil
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