Un servicio turístico que recorre sitios paradigmáticos de la ciudad. El pase vale para todo el día y permite subir y bajar cuantas veces quiera.
Además de su clásico Puerto de Frutos y de ser la antesala del recorrido a las islas del Delta, Tigre posee encantos que datan de la época en que la aristocracia porteña levantaba allí sus fincas y sus salones de baile. Buena parte de ese legado sigue en pie, a la vera de los ríos Tigre, Reconquista y Luján. Desde diciembre, esta ciudad puede ser recorrida sin ningún apuro en el novedoso Bus Turístico.
El paseo comienza frente a las estaciones de tren y fluvial. Abarca sitios paradigmáticos: los museos de la Reconquista, Naval y de Arte, el Puerto de Frutos, el Casino y el Parque de la Costa. El pasaje dura todo el día y permite bajar en cualquier parada y retomar el circuito con el siguiente micro. Las paradas se identifican con colores verde y naranja.
Primero, el bus se dirige hacia el sector histórico de la ciudad a través del boulevard San Martín, con palmeras plantadas para celebrar el primer centenario de la Revolución de Mayo. Pronto aparecen los primeros palacetes, como la Quinta Astengo, mansiones de verano de la aristocracia porteña. En agosto de 1806, Santiago de Liniers desembarcó en la ribera del Reconquista para hacer frente a las tropas británicas que habían ocupado Buenos Aires. De allí el nombre del río y del museo, frente a la orilla.
De vuelta en el bus, el recorrido sigue por la zona residencial, donde, entre las copas de los plátanos, se vislumbran elegantes residencias -como Villa Victoria y Villa Julia-, reconvertidas en resorts de lujo.
En el Paseo Victorica, junto al predio donde hasta 1940 se erigía el legendario Tigre Hotel, está el Museo de Arte de Tigre. Fue montado en un palacio afrancesado, construido entre 1910 y 1912 para albergar un exclusivo club social con casino. Declarado Monumento Histórico Nacional hace 30 años, fue restaurado y reinaugurado a fines de 2006. Además de su extensa colección de arte figurativo argentino, el edificio es una joya. Sorprende el salón de baile de la segunda planta, donde el techo abovedado, con figuras de ninfas y una araña de bronce con cristales de roca. Una caminata por la terraza, sobre la galería, ofrece algunas de las mejores vistas del río Luján.
De regreso, el camino pasa junto a los emblemáticos clubes de remo como Buenos Aires Rowing Club -fundado en 1873 por pioneros argentinos e ingleses- y el Canottieri Italiani, creado en 1910 por la colectividad italiana. Son los decanos de una práctica que aprovecha las bondades del entorno del Delta.
Fuente: Clarín Turismo
http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2010/03/14/v-02158813.htm
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