La Cumbrecita, a paso lento o al trote

El poblado peatonal de corte centroeuropeo, con calles de tierra y frondosas arboledas, invita a caminar y a relajarse en vacaciones.

Cuando el ingeniero alemán Helmut Cabjolsky se apeó del caballo que había recorrido un sendero por las Sierras Grandes de Córdoba durante tres horas, en 1934, supo que allí construiría un pueblo a semejanza de los alpinos, donde solía pasar sus vacaciones.

A la percepción del visionario le bastó que las 500 hectáreas desoladas y de apenas una mínima vegetación rala estuvieran rodeadas y recorridas por ríos, para saber que el proyecto era posible.

La Cumbrecita, 75 años después, es un pueblo de 850 habitantes, construido sobre la ladera de un cerro a 1.450 metros de altura, convertido en un centro turístico con la particularidad de conservar la esencia con la que nació: ser un lugar natural, al resguardo de ruidos, en el que las caminatas son la principal actividad.

Es el único pueblo peatonal del país. Una reglamentación comunal establece la restricción para la circulación de autos. Las veredas no existen: una sola calle de tierra recorre el casco céntrico y luego se va bifurcando hasta convertirse en senderos que recorren el pueblo en medio de la vegetación boscosa de pinos, donde predomina el abedul.

Un puente peatonal de madera que atraviesa el Río del Medio es el acceso a una sucesión de comercios gastronómicos, de souvenirs, de artesanías, hoteles y complejos de cabañas construidos según la arquitectura centroeuropea alpina, con techos de madera a dos aguas.

Paso a paso

La manera de descubrirla es a pie (aunque existen autos ecológicos de alquiler, como los que se usan en los campos de golf) y cada paseo requiere diferentes grados de exigencia física. Los más simples a pocos metros del centro cívico conducen por ejemplo a la Fuente de madera: una foto obligada.

Fue construida por el hijo mayor del fundador, de igual nombre y profesión que su progenitor, el ingeniero Helmut Cabjolsky, como regalo a su padre al cumplir 50 años.

Originalmente ocupaba el lugar céntrico del pueblo y se usaba como llamador a cosas importantes o urgentes (a los bomberos, por ejemplo) mediante la campana que tiene en la parte superior de la salida de agua.

Continuando por el camino a la vera de un bosque de pinos, helechos, zarzamoras, cerezos y decenas de flores silvestres, recorrido por vertientes y arroyos, se llega a la Capilla ecuménica. Es pequeña, blanca y con un campanario de madera, ubicada en un sitio que devuelve una panorámica en contraste con un cielo de color turquesa. El conjunto forma una imagen que parece salida de la paleta de un pintor virtuoso.

En La Cumbrecita una partida de ajedrez puede convertirse en algo distinto en la Plaza de Ajedrez: el tablero está en el piso, mide tres metros por otros tres, y las piezas artesanales son de hierro y miden 50 centímetros de altura.

La olla que forma el río con playitas de arena y el lago de las truchas completan los encantos a los que se llega a poco de andar.

Mucho por andar

Las opciones de paseos se van complejizando cuesta arriba, por un sendero de sierra -aunque cada cual lo debe hacer a su ritmo-. Hacia la Cascada grande o al cementerio, la caminata se emprende en medio de un bosque con arroyo donde descansan bajo lápidas de piedra los pioneros de origen alemán, austríaco y suizo, ubicado en una cima que permite una panorámica de todo el pueblo.

Otras excursiones requieren la compañía de guías habilitados, como los trekking al Vallecito del Abedul y la Cascada Escondida, de unas cuatro horas de duración; el recorrido hacia Cerro Cristal y Casas Viejas; el ascenso a la cima del Cerro Wank o los trekking extendidos hacia el corazón de las Sierras Grandes que brindarán experiencias de contacto con la naturaleza y con los propios límites.

La aventura puede ir de la mano de una práctica que se denomina arborismo: una forma divertida de recorrer el bosque desde su propia dimensión. Es una modalidad que propone Peñón del Águila, un parque temático ubicado dentro de La Cumbrecita.

Se realiza por medio de puentes colgantes y troncos suspendidos entre la copa de los árboles, a varios metros de suelo. Posee un grado de complejidad media. Los prestadores habilitados van guiando el paso por los diferentes tramos, y los participantes del recorrido están asegurados con arneses para evitar cualquier inconveniente.

Una experiencia diferente será la excursión al río subterráneo, explorando distintos tramos de los 700 metros que el curso de agua recorre atravesando el interior de la sierra.

Fuente: Los andes Turismo
http://www.losandes.com.ar/notas/2009/11/22/turismo-458101.asp

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